Un
enfrentamiento que sirvió como piedra angular para construir lo que es
la NBA en la actualidad. Una competencia que fue la tabla de salvación
de una competición a la deriva. Bueno, eso y la aparición de un tal
Michael Jordan, que también ayudó a relanzar el baloncesto a unos
niveles de popularidad nunca vistos con anterioridad.
Se trata,
evidentemente, del choque entre dos jugadores que cambiaron el deporte y
que dominaron con puño de hierro la NBA durante los años 80: Magic
Johnson y Larry Bird. O lo que es lo mismo, el carisma, la sonrisa y la
magia contra la competitividad y la perfección imperfecta de un jugador
sin límites.
Un duelo entre dos formas de entender el baloncesto que trascendió los
límites del de la cancha para convertirse en una de las grandes
rivalidades del mundo del deporte. Una lista en la que aparecen
Chamberlain vs. Russell, Messi vs. Cristiano, Nadal vs. Federer, Lewis
vs. Johnson, Senna vs. Prost y un largo etcétera que no se entendería
sin un Magic vs. Bird como parte de ella.
Fueron un total de 37
partidos oficiales (sin contar el All Star) con claro color amarillo (22
victorias para los Lakers y 15 para los Celtics). Una 'enemistad' que
vivió más enfrentamientos en 'playoffs' (19) que en temporada regular
(18) y que igual que tuvo un comienzo (28 de diciembre de 1979 con
victoria angelina por 123-105), también tuvo un final.
Un último gran duelo que tuvo lugar hace ahora, exactamente, 22 años. Un
15 de febrero de 1991, en el vetusto Forum de Inglewood de Los Ángeles,
que cumplía sus últimas horas de servicio, Magic recibía por última vez a
su gran rival, Larry Bird. Aunque ninguno de los dos era consciente de
ello.
Ambos contendientes se retaban en las tablas del viejo
pabellón con la vista puesta en el liderato de sus respectivas
conferencias. Una circunstancia a la que no estaban muy acostumbrados,
pero la pujanza de Jordan y sus Bulls en el Este y de unos jóvenes
Blazers en el Oeste les había relegado a un segundo plano. Además era un
Lakers-Celtics. Palabras mayores fueran cuales fueran las
circunstancias.
Los 'orgullosos verdes' llegaban enrachados a Los
Ángeles con seis victorias consecutivas a sus espaldas. Por contra, los
Lakers vivían en una montaña rusa y alternaban derrotas y victorias a
partes iguales en esa parte de la temporada. Sin embargo, cuando los
Celtics y Bird estaban enfrente, nada de lo ocurrido anteriormente tenía
validez. Era todo o nada, pues se trataba de algo más que un simple
partido de temporada regular.
Los Celtics saltaron a
la cancha con Kevin Gamble, Brian Shaw, Robert Parish, el malogrado
Reggie Lewis y el gran 'pájaro'. Por su parte, los Lakers ponían en
pista a A.C. Green, Byron Scott, James Worthy, Vlade Divac y el mago del
balón. Dos quintetos de impresión que ya habían vivido sus mejores
épocas.
Los Celtics salieron dispuestos a alargar su racha y
desde que el balón salió de las manos del colegiado empezaron a morder
en defensa y a hacer daño a los Lakers con un ataque centrado en
explotar las debilidades angelinas. Por un lado las piernas de Byron
Scott y por otro la debilidad defensiva de un bisoño pivot serbio,
recién llegado a la NBA.
Así, Reggie Lewis y, sobre todo, Parish
se convertían en el principal arma ofensiva de los verdes, dejando a
Bird en un segundo plano. El pivote le enseñó a Divac lo que era la NBA y
los de Massachussetts pronto cogieron la delantera en el luminoso
(35-27 al final del primer cuarto).
A pesar de su ventaja, los
Celtics no aflojaron en el segundo parcial. Es más, apretaron aún más en
defensa y cortaron cualquier intento de remontada por parte del equipo
angelito, sostenido en las acciones de un Magic, más entonado que su
eterno rival, y de Worthy como punta de lanza de un estilo totalmente
antagónico al de los Celtics que, sin embargo, dominaban el choque a su
antojo.
Bird no había aparecido hasta el momento. O por lo menos
no como tenía acostumbrada a la grada, porque sus acciones fueron las de
un asesino silencioso que iba matando al rival sin hacer ruido o sin la
vistosidad de su rival. Sin embargo, el resultado, como casi siempre,
le era favorable (58-47 al descanso).
Tras el descanso ambos
equipos volvieron a la pista y los Lakers tiraron de su baloncesto
alegre y desenfrenado para intentar una remontada que parecía imposible.
Magic seguía exhibiendo lo mejor de su repertorio, mientras que Worthy y
un secundario Terry Teagle se beneficiaban de la generosidad del base
de Lansing.
Así, los Lakers entraron en el último cuarto con una
desventaja de nueve puntos, pero con la sensación de llevar la dinámica
del encuentro a su terreno. Fue un espejismo.
Una vez más, los
verdes tiraron de orgullo y apretaron los dientes en defensa. Una y otra
vez, los angelinos se topaban con un muro y lo máximo que podían
obtener eran faltas a su favor para intentar sacar algo positivo a cada
ataque. Ni siquiera la inspiración de Magic conseguía agrietar la pared
en la que los Celtics convirtieron su aro. Bird, por contra, se
encontraba en su salsa cerrando a cal y canto su canasta ante cualquier
ataque rival. El partido estaba decantado.
Al final no hubo
sorpresas. La victoria cayó del lado de los Celtics (98-85) gracias a la
inspiración de Lewis (26 puntos), la buena labor de Parish (29) y la
polivalencia de un Larry Bird que terminó el choque con un triple-doble
(11 puntos, 11 rebotes y 11 asistencias), aunque parecía que no había
hecho nada. Magic, por su parte, fue el mejor de los Lakers al acabar
con 21 puntos, 16 asistencias y nueve rebotes, bien secundado por
Worthy, con 23 tantos.
Ambos rivales fueron a buscarse al centro de la pista y, como de costumbre, se saludaron efusivamente, emplazándose hasta el siguiente duelo, sin ser conscientes de que aquella batalla había supuesto el final de la guerra. Al menos oficialmente.
Meses más tarde, el 7 de
noviembre, el mundo del baloncesto sufrió el terrible golpe de la
enfermedad de Magic, lo que le obligaba a retirarse del baloncesto en
activo. El base de Lansing recuerda que Bird no pudo contener las
lágrimas cuando se lo contó por teléfono. Era el fin de una época, de
una rivalidad como pocas en el mundo del deporte, pero, sobre todo, de
una relación que trascendió lo meramente deportivo y que regaló algunos
de los mejores momentos de la historia del baloncesto.
Días antes
del anuncio, el 11 de octubre de 1991, ambos rivales se volvieron a
encontrar en las tablas del viejo Boston Garden con motivo de un partido
amistoso entre Lakers y Celtics. Sin embargo, ese choque clandestino
apenas tuvo trascendencia ya que ambos jugadores se reservaron para la
larga temporada que les esperaba por delante.
Magic fue
invitado posteriormente a participar en el All Star de Orlando, en
febrero de 1992, pero enfrente no estaba Bird, quien prefirió dar
descanso a su maltrecha espalda en lugar de acudir a la cita de las
estrellas. Los aficionados se quedaban sin un último duelo con el que
volver a disfrutar de una rivalidad mítica y que hizo de la NBA y del
baloncesto lo que es hoy: un fenómeno a nivel mundial.
Ambos
jugadores volverían a coincidir en una cancha, aunque esta vez como
compañeros y no como rivales. Lo hicieron como parte del Dream Team, la
selección que representó a Estados Unidos en los Juegos de Barcelona y
que ha sido el mejor equipo de la historia del deporte. Aunque eso es
otra historia.
Artículo escrito por Guillermo García Arroyo
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