Miami se jugaba mucho más de lo que al principio parecía. Desde la
llegada del "Big 3" el equipo de Spoelstra siempre había iniciado la
series de Playoffs ganando el primer partido.
Ante Chicago el pasado
lunes no fue así. El equipo de Illinois contaba con numerosas bajas
(Rose, Deng, Hinrich) pero le bastó para conseguir el primer punto de la
eliminatoria con un gran Nate Robinson.
Contra las cuerdas, Miami salió enfadado y herido de orgullo consciente de lo que había en juego. Y
no defraudó. Desde el comienzo del choque los de Spoelstra salieron muy
enchufados con un LeBron que comandaba el juego en todo los aspectos.
El partido en el primer período fue un tanto brusco, fruto de la ira de
Noah o Gibson, pero Miami tenía cosas mas importantes por resolver.
Participaron todos y el balón circulo con fluidez algo que no pasó en el
primer partido.
Al descanso se llegó con un 41-55 para la franquicia de
Florida. La sangría empezaría en la segunda parte y sin apenas la
aportación de LeBron que se quedó con los 19 puntos del primer período,
pero con la de un sensacional Allen y Chalmers. Wade y Bosh estuvieron
discretos, pero el papel del conjunto fue fundamental para que se
acumulara un diferencial de 60-20 desde el descanso.
En Chicago solo
inquietaba algún triple de Belinelli y el coraje de Robinson que no
sirvió al final. Miami quería dar un golpe en la mesa en la noche de
ayer y así lo hizó, demostrando que es el mismo equipo del 66-16 de la
temporada regular. Y es que el marcador final, 78-115 supone la mayor
diferencia para la franquicia en la historia de los Playoffs.
En resumen
se puede mirar como positivo el resbalón del lunes de cara al futuro.
Ahora la serie viaja a Chicago, y moral cargada de motivación.
Artículo escrito por nuestro redactor de los Miami Heat. Lo podéis seguir en Twitter: @Heat_Spain
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