El vigente campeón se desmelenó en el primer periodo al son de Ricky Rubio,
con un 15-0 de parcial que le dio el mando del choque hasta el final
del mismo. Croacia aprovechó los errores de su rival para acercarse en
el segundo (28-18, m.18), aunque el cuarto terminó casi igual que como
comenzó: 33-20.
Tras el descanso, Zoric animó a los suyos, que asustaron timidamente al rebajar los 10 puntos de diferencia (35-26, m.24), justo antes de que Rudy Fernández, con 7 puntos consecutivos culminados con un espectacular alley-oop, dinamitase el partido.
Ni el 0-6 en el último medio minuto del tercer periodo (48-37) inquietó
al cuadro español, que se divirtió en el cuarto final. Croacia, con más
de 7 minutos sin anotar, vio con impotencia como los españoles
convirtieron su superioridad en humillación, con Marc Gasol brillando en ambas zonas y los suplentes aportando y estirando la renta hasta el definitivo 68-40. De récord.
La sensación de Lituania
Como si fuese el 19 de septiembre de 2011. Como si en aquel pódium, con
el oro colgado al cuello, algún dichoso bromista les hubiera dicho que
no, que aún no, que aún faltaba un partido más. Se jugaría al día
siguiente, contra Croacia. Esta vez sin Pau Gasol. Ni Navarro ni Reyes. Tampoco Ibaka, tampoco Sada. Mas la esencia no cambiaba.
23 meses y medio después del título, la puesta en escena de España en
este Eurobasket pareció una continuación, en lo estético y en lo
tangible, en la forma y en el fondo, del éxito conquistado en Lituania.
Los dos primeros minutos de sequía y el 3-5 inicial tras triple de Simon, meras anécdotas. Cuando Ricky Rubio comenzó a jugar, España voló hasta 2011.
El base de El Masnou llevaba el juego de los suyos hasta otra dimensión.
Un robo por aquí y otro para allá para remontar el partido. Feroz en el
rebote, con Rudy de imán bajo canasta, España solo quería correr tras capturar el balón. Lo hacía Calderón con un coast-to-coast previo al triple del propio Fernández para confirmar el parcial de 9-0 y el primer aviso serio de los de Orenga: 12-5 (m.6).
Por momentos, el juego de España rozaba la excelencia. Cerraba las
líneas de pase con brillantez, el balón se movía con fluidez y el rebote
era una batalla ganada de forma aplastante. Claver, vaya minutos los suyos, se imponía desde la sombra con defensa y trabajo sucio, mientras que Ricky continuaba su exhibición de recursos, Marc Gasol aparecía por fin y Calderón estiraba el parcial hasta el 15-0.
Con los suplentes ya en pista, Ukic amagó con despertar a Croacia sin imaginar que, un minuto después, sería Llull el que rompiese el partido, dándole la máxima a los de Orenga justo al final del primer cuarto: 24-9. El campeón ejercía de tal desde el primer minuto.
El gris que nada cambia
El segundo cuarto tuvo un arranque similar al primero. Dos minutos y
medio de sequía anotadora y unos cuantos fallos repartidos a partes
iguales. Claro que, con 15 arriba, los errores pesaban menos. Tomic, que salió desde el banquillo, se estrenó con un gancho y Saric le imitó con un contraataque (25-13, m.14) que provocó el tiempo muerto de un Orenga dispuesto a no regalarle ningún minuto tonto a su rival para meterle en el partido.
En solo unos minutos, España había perdido la sencillez y la velocidad.
Los tiros ahora no entraban y tal bloqueo despertó a la afición croata,
mayoritaria en el pabellón, que comenzó a creer cuando la desventaja de
su equipo se quedó en solo 10 puntos: 28-18.
Pero a Croacia le hacía falta algo más que deméritos rivales para
remontar. Anárquicos en el ataque, con porcentajes nefastos de tiro,
perdidos en la telaraña tejida por su propio base, un Ukic con
las ideas nubladas en la dirección, y con la teoría (“Correr, correr y
correr”) mucho mejor aprendida que la propia práctica.
Por ello, el combinado español sobrevivió a tan grises minutos con la
ventaja casi intacta al descanso (33-20) con solo un par de destellos de
Calderón y Mumbrú, capaces de convertir un mal cuarto en un periodo de transición donde nada había cambiado.
Rudy contra la resaca
Croacia es como esas Nocheviejas de locura en la que, al día siguiente
en plena resaca, juras y perjuras que no volverás a repetir. Con los
balcánicos pasa lo mismo. Todos los años ilusionan por su plantilla, por
su talento, por sus nombres y por su descaro. Te rompen los
pronósticos, siempre de forma negativa, y te prometes a ti mismo en ese
momento que no volverás a confiar en ellos… hasta que pasa un año
antero, se te olvida todo lo anterior y lo vuelves a hacer. Y ocurrirá
siempre.
Y con razón. Porque la clase sobra en ese equipo y porque, puestos a
tomar riesgos, mejor apostar por el talento. Mas Croacia, en solo 20
minutos, en solo 20 puntos, le había hecho aparecer a más de uno sus
fantasmas de Nochevieja. Quizá, la mejor manera de borrar clichés, era
la que se inventó Zoric nada más empezar el cuarto. Canasta,
golpe en el pecho y brazos al aire jaleando a la afición croata. A
falta de ideas, corazón. A veces funciona y todo.
Un par de minutos después, otro acierto del ex jugador del Unicaja
parecía indicar que ese era el camino, aunque con Croacia más cerca que
nunca en el partido (35-26, m.24), Rudy Fernández apareció
estruendoso para hacer saltar el partido por los aires. Un par de
penetraciones calcadas, poderosas e incontenibles, apagaban las alarmas
en un minuto. A continuación, un alley-oop escandaloso, con Sergio Rodríguez siempre como remitente, parecía llevar sabor a sentencia.
Y más cuando Calderón convirtió un triple en contraataque para el +18 (49-31), una situación que hubiera sepultado a los de Repesa si no hubiera sido por el medio minuto final del cuarto. En solo 30 segundos, triple de Rudez, pérdida de Marc, falta personal a falta de 9 décimas del propio Gasol, técnica a Orenga
por la protesta, 3 tiros libres convertidos por Croacia (49-37) y un
triple final fallado que podía haber transformado totalmente el
escenario del último cuarto. El balón no entró y el partido se entregó a
sus brazos.
La superioridad se viste de humillación
España se sentía ganadora desde el primer jugador hasta el último. El primero era Marc Gasol,
callado y sutil en la zona, omnipresente en la pista, referente sin
necesidad de estadísticas descollantes, sólido en el centro de la zona,
inmenso en el centro del partido. El último en unirse a la exhibición
fue Pablo Aguilar con un minuto de puro abuso.
Un tapón, un mate y un tapón entrelazados en una perfecta sintonía que
alejaba más y más la diferencia. La sangría no se detendría hasta el
bocinazo final. La defensa era intensa, sí, mas el cortocircuito croata
también echaba una mano. Con Ricky asistiendo y Calderón
ejecutando, el parcial de inicio en el cuarto fue de 12-0 tras triple
del extremeño (60-37, m.36) y, ya con los hombres menos habituales en la
cancha, la fiesta no se detuvo.
Un tiro libre de Bogdanovic rompió la sequía croata. 7 minutos y 18 segundos para que un equipo con Tomic (3 puntos), Ukic o el propio Bogdnanovic
(7 de 29 entre ambos en el tiro) estrenasen su casillero de puntos en
el cuarto de todo un Eurobasket. La afición croata, indignada, abucheaba
a los suyos mientras que España, lanzada, convertía su superioridad en
humillación.
Un triple de San Emeterio y otro de Sergio Rodríguez
(68-40), últimas guindas de un partido que pareció jugarse un día
después de aquel oro forjado en Lituania. España se recuerda a sí misma.
¿Acaso algo mejor que parecerse al vigente campeón?
No hay comentarios:
Publicar un comentario