No era tanto el ridículo turco en el primer cuarto (tardó en estrenar su
marcador 6 minutos y 43 segundos y terminó con solo 8 puntos), pues, al
fin y al cabo, terminó con solo dos puntos de desventaja (8-10 para
Finlandia). Pese a todos sus tiros fallados (1/12 en tiros de campo), a
sus malísimas decisiones, a su pobre defensa... Lo peor para Turquía
llegó en el segundo cuarto. Justo después de colocarse por delante
(13-10) gracias a Emir Preldzic, Finlandia empezó a humillarles.
A base de triples (Samuel Haanpaa y Sasu Salin a la cabeza), los
nórdicos lograron un parcial de 4-20 que les disparó en el marcador
(19-32), retratando a Turquía, en un nivel todavía por debajo del peor
escenario imaginable. Desconexión absoluta, tiros aislados sin sentido
alguno, total tibieza defensiva... Y Finlandia se iba al descanso con
19-32 y una sensación de completo dominio.
Pese a que, durante diferentes momentos del partido, Finlandia sufría
para poder anotar, seguía siendo un muro en algunas defensas. Un muro
contra el que Turquía parecía querer colisionar una y otra vez en forma
de tiros precipitados, lanzamientos al borde de la posesión o despistes
que acababan con el balón en manos nórdicas. Con dos triples
consecutivos, Finlandia volvía a colocar la diferencia en cotas
inalcanzables (24-40).
Fue entonces el momento de Petteri Koponen, que impuso su velocidad al
encuentro y, junto a su tiro exterior (Finlandia demostró que puede ser
un auténtico tormento desde el 6,75), acabó de lanzar a los suyos
(26-45). La respuesta llegó de la mano de Ender Arslan, cuya
creación supuso una leve cura para los turcos, que acabaron el tercer
periodo con una desventaja de solo 11 puntos (38-49),
En el último periodo, Turquía retomó el juego de ser sí misma y se puso a
cinco puntos. Con Ender Arslan ordenando, reinó una ligera sensación de
mejoría en el juego y de sentido en sus acciones. El desacierto, eso
sí, impidió que Turquía se colocara a algo más que cinco puntos (47-52).
Ahí, la muestra de equipo con enjundia de Finlandia permitió que la
distancia volviera a los 10 tantos (47-57). Y que la lucha otomana fuese
ya contra el reloj. Mientras Finlandia luchaba por dejar patente su
enjundia como equipo, Turquía echaba el resto para colocarse a cuatro
puntos (53-57). Entonces, una polémica jugada estuvo a punto de suponer
un vuelco al partido.
Preldzic robó un balón en lo que los finlandeses protestaron como falta y
Turquía se puso a solo dos puntos (55-57). Con 16 segundos y solo tres
puntos de desventaja, Hedo Turkoglu se jugó el tiro y lo falló.
Finlandia también acabó ganando a la versión verdadera de Turquía
(55-61).
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